Los suelos no cohesivos conocidos como: suelos granulares o friccionantes están formados por partículas gruesas (arena o grava); estos suelos necesitan desarrollar mayores medidas para prevenir un derrumbe. Parte del proceso para construir un edificio o una carretera implica analizar el suelo donde se desarrollará el proyecto con el objeto de conocer qué tipo de suelo es; este proceso de reconocimiento del suelo es esencial, ya que las propiedades mecánicas del suelo darán el soporte necesario para que una edificación se sostenga durante años.
En ingeniería la composición del suelo examina las diferencias en granulometría, cohesión, estructura, textura, fuerza y consistencia que distinguen suelos cohesivos de suelos no cohesivos.
Para poder clasificar el tipo de suelo es necesario el uso de un sistema de medición conocido como fuerza de compresión, este consiste en medir la cantidad de presión requerida para que el suelo colapse y el resultado se da generalmente en unidades de toneladas por pie cuadrado.
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